¿Cómo armar un fondo de emergencia?
La pandemia por el coronavirus que estamos viviendo puso de relieve la importancia de contar con un colchón de seguridad financiero que nos de tranquilidad ante una crisis o eventualidad. Así que de eso vamos a hablar en este artículo: ¿cómo construir un fondo de emergencia que nos de tranquilidad frente a imprevistos?
Un fondo de emergencia o colchón de seguridad financiero es un ahorro que no debemos tocar y debe estar siempre disponible, porque justamente funciona como “colchón” en el que resguardarnos en caso de tener una eventualidad, ya sea que nos quedemos sin ingresos por una pandemia como la que estamos viviendo por ejemplo, o nos toque hacer frente a algún gasto extraordinario producto de algún imprevisto grave.
La gran ventaja de tenerlo es que te da tranquilidad (lo que no es poca cosa) y debe ser el primer objetivo financiero que debemos proponernos.
Para comenzar a construir este colchón de seguridad financiero el primer paso es conocer a fondo nuestro presupuesto personal. La clave está en tener un presupuesto financiero en donde registramos todos nuestros ingresos y gastos. Una vez hecho esto, ya estamos en condiciones de empezar a diagramar nuestro fondo de emergencia.
En base a nuestro nivel de gasto mensual, podemos planificar el ahorro que necesitamos acumular para vivir determinada cantidad de meses sin los ingresos habituales. Esto va a depender de cada uno, en general se recomienda ahorrar el dinero para subsistir mínimo entre 2 y 3 meses. El problema es que dependiendo de la dimensión del imprevisto, puede ocurrir que nos quedemos cortos, pero eso de antemano no podemos saberlo porque justamente estamos hablando de eventos graves que no podemos prever. Desde mi punto de vista, lo ideal es tener un colchón financiero que nos permita vivir tranquilos por un año, pero como les decía, esto depende de cada uno.
Una vez que determinamos cuánto dinero necesitamos para formar un colchón de seguridad financiero que nos de tranquilidad, el próximo paso es llevarlo a la acción, es decir, empezar ahorrar, lo cual es todo un desafío. No podemos pretender si no ahorramos nunca, tenerlo disponible de la noche a la mañana, implica esfuerzo y voluntad. Al principio puede parecer muy complicado pero como tenemos un presupuesto financiero armado, ya conocemos nuestros gastos, y lo que debemos identificar son aquellos que sean innecesarios y podamos recortar. Con la pandemia muchos gastos se recortaron más allá de nuestra voluntad, salidas a comer o al cine por ejemplo, y puede que ese dinero que quede disponible lo puedan destinar a esto.
Una vez que logramos tener el ahorro, la clave para guardarlo está en su disponibilidad, ya que debemos tenerlo a mano en caso de necesitarlo. Quizás una persona tiene un inmueble de vacaciones por ejemplo y con eso está tranquilo porque dice: “bueno, en caso de emergencia lo vendo”, pero la realidad es que los imprevistos no dan tiempo a que podamos convertir un bien ilíquido en dinero en efectivo.
Y otra cuestión a tener en cuenta es que no podemos ponerlo bajo riesgo porque al ser dinero que usaremos para hacer frente a contingencias, no lo podemos perder.
Lo ideal es que este ahorro sea en dólares, ya que el dólar es una reserva de valor.
Si el fondo de emergencia lo armamos en pesos, debe estar sí o sí invertido a una tasa superior a la inflación para que nuestro ahorro no pierda poder de compra cuando lo vayamos a necesitar.